martes, 19 de agosto de 2008

El beso - Cyrano


















'Aprovechemos un poco esta ocasión,que se nos ofrece para hablarnos dulcemente....sin vernos....
Si es encantador apenas nos adivinamos.veis la negrura de una gran capa que se arrastra;yo percibo la blancura, de un vestido de verano.
Y no soy más que sombra;vos una claridad.
Por mi ignorais lo que son estos mimutos,si es que algunas veces soy elocuente.'
'Pues por algún ímpetu,si mi corazón siempre se cubre por pudorcon mi ingenio.Voy a descolgar una estrella y me detengo,por miedo al ridículoa recoger una florecilla.'

'Cuanto más tomas de mi corazón más tengo.Puesto que alguno necesito para sufrir,si guardas mi corazón,envíame el tuyo.Creed que mi corazón es sólo un grito , y si los besos se enviasen por escrito , leerías señora mia mis cartas con los labios.'

'De un beso !palabra dulce! ,no comprendo por que labios no se atreven ,si la palabra los quema,¿que seria el beso? de ello os asustais.
Ya habeis pasado sin sentirlo apenas de la chanza al suspiro ,y del suspiro a las lágrimas .
Avanzad un poco más ;casi de una manera invisible .
De las lágrimas a al beso,no hay más que un escalofrío.....
¿Pero que es un beso, al fin y al cabo?,un juramento hecho un poco más de cerca,una promesa más rotunda,una confesión que se quiere confirmar.Un secreto a la boca en lugar de decirlo al oído ;
Un instante del tiempo infinito que produce el rumor de una abeja,
una comunión con gusto de flor,una forma de tomarse el respiro del corazón y degustarse un poco el alma en los bordes de los labios.'






Cyrano de Bergerac

Límites - Jorge Luis Borges

Límites - Jorge Luis Borges

Límites - Jorge Luis Borges
De estas calles que ahondan el poniente, una habrá (no sé cuál) que he recorrido ya por última vez, indiferente y sin adivinarlo, sometido a quien prefija omnipotentes normas y una secreta y rígida medida a las sombras, los sueños y las formas que destejen y tejen esta vida. Si para todo hay término y hay tasa y última vez y nunca más y olvido ¿Quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido? Tras el cristal ya gris la noche cesa y del alto de libros que una trunca sombra dilata por la vaga mesa, alguno habrá que no leeremos nunca. Hay en el Sur más de un portón gastado con sus jarrones de mampostería y tunas, que a mi paso está vedado como si fuera una litografía. Para siempre cerraste alguna puerta y hay un espejo que te aguarda en vano; la encrucijada te parece abierta y la vigila, cuadrifonte, Jano. Hay, entre todas tus memorias, una que se ha perdido irreparablemente; no te verán bajar a aquella fuente ni el blanco sol ni la amarilla luna. No volverá tu voz a lo que el persa dijo en su lengua de aves y de rosas, cuando al ocaso, ante la luz dispersa, quieras decir inolvidables cosas. ¿Y el incesante Ródano y el lago, todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino? Tan perdido estará como Cartago que con fuego y con sal borró el latino. Creo en el alba oír un atareado rumor de multitudes que se alejan; son los que me ha querido y olvidado; espacio, tiempo y Borges ya me dejan.